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El animalario de la ULL (Título original "Sacrificios innecesarios en Canarias")

19.05.2014 00:35
                                                                         

 

 La historia de la humanidad está llena de injusticias y “animaladas” grotescas y –supuestamente- aplicables a la incultura de “otras épocas”. Pero no por ello hemos de aceptarlos sin ser duramente críticos, máxime cuando dichas actitudes se repiten hoy, amparadas por leyes y excusas que sólo fructifican en avances científicos reales por pura casualidad, o después de haber llevado la experimentación a la especie humana. Lo que, por escandaloso que resulte, se sigue haciendo acogiéndose a las leyes vigentes, en nombre de la “ciencia” y sustentado mayormente con dineros públicos.

 Ya en su momento, Hipócrates, hablaba de una clara diferenciación entre especies. Hecho definitivamente aceptado hoy y evidenciado con la extrañeza de que algunas enfermedades actuales se manifiesten, de manera parecida, en especies animales y humana; como es el caso de las “Vacas Locas”. La prueba es que los animales son inmunes a muchas de nuestras enfermedades, o las desarrollan de forma distinta, presentando diferencias en cuanto al rechazo de órganos –por ejemplo- en cuyo caso concreto las vías de investigación actuales quedan obsoletas.

 

Esto se puede ver en opiniones de importantes y reconocidos científicos, como en el caso del profesor Herbert Hensel, farmacólogo, cuando aseguraba: "Según nuestros conocimientos actuales, no se pueden comprobar ni el efecto probable de los medicamentos, ni su eficacia, ni su inocuidad en los humanos mediante la experimentación en animales."

 

O analizando cada uno de los conocidos casos de animales que toleran sustancias nocivas, pero mueren o enferman por otras beneficiosas para el ser humano, como por ejemplo: los gatos no soportan la aspirina, las ratas no sintetizan la vitamina C, la penicilina es mortal para las cobayas, pero éstas, al igual que los pollos pueden consumir grandes dosis de estricnina que mata a los humanos. Otro ejemplo: la Digitalina, tan beneficiosa para los enfermos del corazón, fue declarada tóxica en 1.911 a raíz de experimentos en animales; el cloroformo es tóxico para los perros; una dosis de Belladona, suficiente para matar a un ser humano, es insuficiente para conejos y cabras. El arsénico no daña a las ovejas, pero las almendras pueden matar a zorros y pollos; la morfina anestesia calma al ser humano, pero excita violentamente a gatos y a ratones. Etc. Estos ejemplos denotan la falta de fiabilidad en la experimentación con animales y la realidad que convierte al ser humano en la última cobaya.

 

El capital empleado por la Universidad de La Laguna.

 

En este país, donde no dejamos pasar ninguna de las cualidades negativas de nuestra especie sin adoptarla, también se experimenta y viviseccionan animales. Además, en este caso se ha montado todo un tejido en torno a un tema superfluo y criminal al tiempo, tras del cual se han montado instalaciones, puestos de trabajo, materiales diversos y un gasto del heraldo público que se desvía de causas mejores para alimentar unas lecciones prácticas que, lejos de fructificar en descubrimiento alguno, sólo acaban inculcando indolencia y bajos conceptos a los que el día de mañana serán quienes traten a humanos.

En la Universidad de la Laguna (ULL), se siguen haciendo prácticas y experimentación con animales. Las que antes se llevaban a cabo sobre animales domésticos en libertad, como perros y gatos, ahora se hacen sobre ratones criados especialmente para ello. Son las facultades de Farmacia, Medicina, etc. las autoras de las crueldades y matanzas. Siendo la misma institución la encargada de la crianza de las víctimas.

Según este centro universitario, la mayor parte de la investigación que se realiza en la ULL forma parte de distintos proyectos de investigación que son financiados con fondos de la propia Universidad, de la Dirección General de Investigación Científica y Técnica (DGICYT), de la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología (CICYT), del Fondo de Investigaciones Sanitarias de la Seguridad Social (FIS), de la Unión Europea, de la Dirección General de Universidades e Investigación del Gobierno de Canarias y de algunas otras entidades, públicas y privadas, con las que la Universidad o sus investigadores tienen suscritos convenios de colaboración, de acuerdo con lo previsto en el artículo 11 de la Ley de Reforma Universitaria.

Para la gestión de todo lo anterior, el Vicerrectorado de Investigación y Relaciones Internacionales cuenta con el apoyo de la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI), incluida en su organigrama general.

 

El “Centro de Experimentación con Animales” de la ULL.

Fue el Boletín Oficial de Canarias del 14 de Julio de 1995, el que nos anunciaba el  proyecto de la instalación de un “Centro de Experimentación con Animales”, con N.R.E.G. 52-Q3818001D-P, catalogado como un centro usuario de animales de laboratorio por el Real Decreto 223/1988, de 14 de marzo, y definido como Núcleo Zoológico por la Resolución (R: 428/1992, de 27 de agosto), de la Dirección General de Producción Agraria, o más bien de dos; ubicados: uno en el Campus de Ciencias Experimentales, y otro en la Facultad de Medicina, Campus de Ofra. Ambos en el término municipal de La Laguna (Santa Cruz de Tenerife) y pertenecientes a la Universidad Canaria de referencia que, a través del su Estabulario Central, promovía dicho proyecto que, en aquel entonces, aprobaba La Directora General de Producción Agraria, María del Rosario Fresno Baquero.

El Servicio de Estabulario o “Animalario”.

El Servicio de Estabulario depende del Vicerrectorado de Investigación de la Universidad de la Laguna, aunque está ubicado en la Facultad de Medicina. Sus funciones principales son la cría y manutención de animales para experimentación y el comercio con sus vidas, así como la incineración posterior.

Exactamente, de las funciones internas que desarrolla el departamento en si, podemos enumerar las siguientes: Cría y mantenimiento de ratas y ratones; mantenimiento de conejos y monos; obtención de hembras de rata y ratón preñadas a diferentes días de gestación; extracción de DNA genómico de ratón; inmunización y extracción de sangre de conejos; inmovilización y sujeción de animales; anestesia de animales; suministro de pienso y viruta; incineración; y alquiler de quirófanos u otras instalaciones.

Según los responsables del departamento, “el tipo de animales que se cría y mantiene en el Animalario está limitado a las características de las instalaciones así como a la demanda de la mayoría de sus usuarios”. Responsabilizando del uso que se le dé a los animales a un “Investigador Principal” que, antes de receptar los animales, debe rellenar un formulario donde figura el proyecto que se va a realizar, así como un resumen del protocolo de trabajo, el número de animales a utilizar, la especie, cepa y duración del proyecto. Datos a los que está restringido el acceso a cualquier persona ajena al departamento.

Las especies y cepas “producidas” aquí son: Rattus Norvergicus (Rata); Sprague-dawley, denominación OFA/SD (IOOS Caw); Mus musculus (Ratón); Swiss, denominación OFI (IOPS caw); C57BL/6; C3H/An; C3H/He; 129 Sw; Beige; BALB/c; Castaneus; Knockout-P53; Mus spretus (ratón salvaje); y Wild.

Además de estos, se mantienen especies foráneas que no dejan de ser un peligro en potencia en tierras de las características de ésta. Algunas por su alto nivel reproductivo y lo que podrían significar en libertad entre la frágil fauna y flora Canaria; como las variedades de conejos o liebres, que tanto daños han hecho ya a flora autóctona, representada en las especies Oryctolagus cuniculus (Conejo) o el Neozelandés blanco, en variedad gigante. Otras por la carga vírica potencial que pueden llevar los primates, o mejor dicho “simios”, en su variedad Macaca Fascicularis o Macaco cangrejero, natural del  Sureste Asiático, tanto de zonas de manglar como de áreas boscosas y de conocida vida social que en esta ocasión se ve truncada por cruel encarcelamiento y peor final. Estos animales llegan a medir en libertad entre 37 y 76 centímetros y practican muchas actividades en común, desde la cría de sus descendientes (una en cada parto), hasta el aseo.

Actualmente son seis Macacos los que tiene en cautividad dicho departamento, por supuesto por encargo, destinados al estudio del parkinson por el Doctor Manuel Rodríguez Díaz, de Fisiología de la Universidad de la Laguna. Un profesor titular de este centro, conocido por su ácido carácter con todo su entorno, que algunos achacan al desengaño que sufrió hace unos años, al suspender las oposiciones a Catedrático. Los simios se encuentran separados en jaulas de dos: dos machos; dos hembras: y otra con un macho y una hembra. Sobre todo los sanos, son tratados muy bien por el personal del animalario; los otros ya dan pena.

Dicho Proyecto de investigación (nº 98/1499) está financiado con Fondos de Investigaciones Sanitarias (FIS) con la cantidad de 13.050.000 pesetas y está denominado de “Modulación trofica pedunculopontina de la sustancia negra”, dependiente del Departamento de Fisiología de dicha universidad y con un plazo establecido entre los años 1998 y 2001.

Son públicas las tarifas de alquiler para uso de los quirófanos, que oscilan entre 15.000 y 50.000 por media jornada y 30.000 y 100.000 pesetas por  jornada completa, según sea para uso interno de la propia universidad o para uso privado. También están publicados los precios de algunos de los animales, como los de la Rata Sprague Dawley, que alcanza hasta las 1.200 pesetas y 3.000 si se requiere preñada; o el Ratón Swiss-OF1 a 225 pesetas, 275 si se trata de una ratona Swis-OF1 preñada. Son más de cinco mil roedores los que cría en la actualidad este establecimiento. De hecho, ya están casi terminadas unas nuevas instalaciones, junto a la facultad de biología, y se espera empezar con el traslado de animales antes de finalizar el 2001, de modo que se separen el alquiler de instalaciones de la crianza de animales. Actividad en que prevé un espectacular incremento, de modo que ya se habla de posibilidades de exportar animales.

El tratamiento de los animales es excelente, dentro de las posibilidades que hay al hacerlo en cautividad. Todas las habitaciones tienen controlada la temperatura y el aseo es diario y eficaz, evitándose así cualquier enfermedad o plaga de parásitos entre la colonia animal.

Morir durante una clase de “prácticas”.

Imagina por un momento un gran hall cercado por cristaleras y un alto techo, pero muy bien iluminado. Imagina una terminal de aeropuerto, llena de ratoncitos perfectamente ataviados con trajes, bolsos, maletines, carritos para los bebés, ratoncitas embarazadas, etc.. Imagina las caras que pondrían si una voz anunciara por los altavoces “ratones con destino a las aulas de prácticas, prepárense para salir inmediatamente”.

Por supuesto no funciona de esta manera. Esto es sin previo aviso y con total desconocimiento del destino que les espera. Pero no por ello es menos cruento separar de improviso y sin previa adaptación a animales que cuentan entre sus costumbres la vida en comunidad.

Se hace el traslado de las pequeñas comunidades. Los animales se han censado, catalogándolos por color, por peso y recipiente. Y por fin llegan al centro universitario donde van a ser utilizados para amenizar las clases de prácticas de los futuros profesionales.

El mismo centro sabrá, a quién responsabiliza de estas sesiones. Aunque lo cierto es que acaban cayendo en manos de alumnos, a los que se le obliga a inducirles estados artificiales creados por la inyección de sustancias tóxicas. Se les tortura hasta sacrificarlos inútilmente observando sus delirios, consiguiendo sólo imprimir indolencia en personas que próximamente tratarán a humanos.

Nos han llegado testimonios de haberse inyectado sustancias como: Bicarbonato, en dosis de 40 mm/Kilo; Niketamida, un estimulante de uso muy restringido; etc. Tramándose procesos, como en el caso anteriormente descrito, donde se acidifica el organismo de las víctimas, para conseguir una resistencia corporal a la inyección de Niketamida, que produce una alcalosis respiratoria, estimulante del centro respiratorio, con resultados de causar alteraciones tales que producen una especie de locura. Acabando los ratones por lanzarse contra los barrotes de la jaula y unos contra otros, hasta producirse lesiones evidentes e incluso sangrantes. De todas formas, su vida acabó desde que salieron del animalario.  

Apuntes importantes sobre la cuestión legal:

Tanto en Canarias como en el estado español el científico necesita acreditación, que en algunos casos presenta requisitos específicos y debe cumplir dos condiciones: que el sufrimiento del animal se reduzca al mínimo posible en el contexto del experimento y que el animal sea sacrificado del modo más rápido posible una vez concluido ese experimento. Las pruebas de carácter particular también necesitan una licencia oficial, que sólo será concedida si se atienen a cierto número de objetivos, como son el alivio o mejor entendimiento de la enfermedad, la investigación de la fisiología, la protección o estudio del medioambiente y la investigación dentro del campo de las ciencias biológicas. Por último, el experimento debe realizarse en un centro de investigación determinado, con una persona a la que se designe responsable del cuidado diario de los animales y con un veterinario nombrado para que supervise el experimento. Si no se cumplen estos requisitos, el experimento constituye un delito.

En cuanto a la competencia “autonómica”, existe un vacío legal respecto a la experimentación con animales. Encontrándose exclusivamente referencias en varios decretos orientados hacia la “protección de animales”. Donde únicamente se hace referencia a los animales domésticos y, en el mejor de los casos, a los domésticos que pululan libremente por las ciudades o a la caza.

La legislación vigente sobre el tema está redactada a escala estatal, siendo el Real Decreto núm. 223/1988, publicado en el BOE 18-3-1988 núm. 67. Donde se recogen sólo algunos aspectos de la legislación internacional, representada en la “Declaración Universal de los Derechos del Animal” que fue adoptada por la Liga Internacional de los Derechos del Animal y las Ligas Nacionales afiliadas tras la 3.ª Reunión
sobre los Derechos del Animal, celebradas en Londres del 21 al 23 de septiembre de 1977, y proclamada el 15 de octubre de 1978 por la Liga Internacional, las Ligas Nacionales y las personas físicas que se asocien a ellas, para posteriormente ser aprobada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación
la Ciencia y la Cultura (UNESCO), y finalmente por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

De ella, creemos de interés dar a conocer aquí los siguientes apartados. Por ejemplo:

Artículo 4, apartados a) y b):

a) Todo animal perteneciente a una especie salvaje, tiene derecho a vivir libre en su propio ambiente natural, terrestre, aéreo o acuático y a reproducirse.

b) Toda privación de libertad, incluso aquella que tenga fines educativos, es contraria a este derecho.

Artículo 8, apartado a):

a)          a)          “La experimentación animal que implique un sufrimiento físico o psicológico es incompatible con los derechos del animal, tanto si se trata de experimentos médicos, científicos, comerciales, como toda otra forma de experimentación.”

Todo lo anterior choca frontalmente con el modus operandum de la Universidad de La Laguna y al menos una parte importante de sus “clientes”, por supuesto. Pero queda amparado por la legislación española que no hace referencias expresas a esos puntos.

De la legislación local, sólo hemos podido extraer, como de considerable interés algunos puntos del siguiente artículo:

Artículo 11. 1.(R.D. núm. 223/1988 del BOE 18-3-1988 núm. 67) Los experimentos sólo podrán realizarse por personas competentes (experimentador, responsable o especialista) o bajo la responsabilidad directa de las mismas.

2. No deberá realizarse un experimento si se dispone de otro método científicamente satisfactorio y contrastado que permita obtener las mismas conclusiones, sin simplificar la utilización de animales.

Ante la elección entre diversos experimentos, se seleccionarán aquellos que permitan obtener los resultados más satisfactorios y que: a) Utilicen el menor número de animales; b) Se trate de animales con el menor grado de sensibilidad neurofisiológica, y c) Causen el menor dolor, sufrimiento, estrés o lesión prolongados.

 

Todo ello nos lleva a diferentes conclusiones. Siendo la más importante la de que ciencia y moral no avanzan paralelamente, por decirlo suavemente. Ya que la cruda realidad es que mientras la ciencia se introduce en el tercer milenio, las legislaciones y “formas” de muchos científicos nos trasladan en tiempo y lugar a los campos de concentración nazis, pero cambiando a humanos por seres vivos de otras especies.

Ya en 1883, John Ruskin, que era premiado por su trabajo con la  cátedra Slade de Arte de la Universidad de Oxford, renunciaba al año siguiente en protesta por las prácticas de vivisección realizadas en los laboratorios de la universidad. Lo que es una pena es que, lejos de cundir el ejemplo, parece que retrocedamos en el tiempo.

Lo cierto es que criar especies en cautividad no autoriza moralmente para sacrificarlos e intoxicarlos o torturarlos cruelmente sólo por experimentar con ellos. El caso es que ni en veterinaria se consiguen resultados reales cuando se reproducen las enfermedades artificialmente. Aceptar una moral que permita la experimentación en animales, por el hecho de estar criados en cautividad expresamente para ello, está a un paso de admitir que los niños paridos y criados durante las investigaciones del III Reich, no merecían mejor fin.

Aun así, cada test que se inflige sobre humanos, tiene que contar con una estadística muy amplia. Ya que ni siquiera todas las personas reaccionan igual ante el mismo producto. El único test que creemos revolucionaría este campo, sería el psicológico que se le hiciera sobre “ética y moral” a los científicos a favor de la experimentación con animales, en cuanto a la consideración que tienen de ellos, y como repercutiría en consecuencia su experiencia sobre posibles “pacientes” humanos.

 

Pedro González Cánovas
(1999, para el semanario Liberación del Archipiélago Canario)