Contenedor

Los brotes negros del monte quemado

28.05.2014 22:49

"... todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; ..." (Hermes Trimegistro)

 

La pobreza fue considerada en otros tiempos como un estado definitivo y como una "prueba de Dios"; rebelarse contra ella era una inspiración infernal...

 

Alguien no dudó en afirmar que la pertenencia a determinadas razas o determinadas clases sociales entrañaba una calidad inferior del individuo "no dotado para situación mejor por razones naturales"

 

El ADN de aquellos "iluminados" tenemos que admitir que se transmitió hasta nuestros días, haciendo honor a apellidos, entronados por su capacidad de acumulación y sostenidos por capitales que no se gastan en una vida, siguen poseyendo los medios de producción y explotando cruelmente al resto de sus semejantes.

 

Las religiones, mostrando su complicidad con el Capital, reparten su droga neutralizadora de ideologías con fundamentos científicos que promuevan Igualdad y desbanques de poderes fácticos, en pos de liberarlos de sus oraciones, arrepentimiento, servilismo y necesidad de volcar responsabilidades en entes superiores, por imposibles que sean, bajo el consolador lema de "los últimos serán los primeros".

 

Hubo un tiempo en que la pobreza pareció desaparecida, bajo lo que se denominó "estado de bienestar" aunque, en realidad, la acumulación se llevaba a cabo con limitaciones estatales, convirtiendo a las naciones en ricas o pobres, estando presente la herencia colonialista a través de una explotación denominada Neocolonialismo y clasificando a los estados en grupos llamados "tercer mundo" o "primer mundo" y vetando la expansión de capitales multinacionales o transnacionales, para resguardar los mercados nacionales.

 

El efecto de esa acumulación y la desigualdad creada fue un imparable movimiento migratorio que desbordo de mano de obra el mundo capitalista, con esa sociedad extremadamente consumista como reclamo, significada en la publicidad más luminosa.

 

Llego un momento en que la política mercantil de romper los mercados con precios por debajo del precio de producción, montando fábricas bajo el paraguas de los gobiernos del "tercer mundo" significó costes demasiado grandes, para lo que hacía falta un tiempo muy superior al que empleaba la mano de obra barata para establecerse en el mercado laboral de los países del "primer mundo". Por ello, era más fácil crear un dumpin social, legislando en beneficio de la patronal y robándole derechos adquiridos a la Clase Trabajadora, que quedaría indefensa y desprotegida legalmente ante la vorágine Capitalista, que llevar a cabo cierres y nuevas aperturas, traslados y reubicaciones.

 

Para ello, la libertad de mercados alcanzó cuotas inigualables históricamente, confirmándose el clímax del capitalismo, con poderes supra-estatales y una globalización de los productos, donde no se incluyó  la mano de obra: las personas.

 

Esto ha producido otro efecto imprevisible, encendiéndose la mitad de las importantes ciudades del planeta en protestas populares que, al fin y al cabo, lo que hacen es enfrentarse al imperio del capital y sus vasallos, que sólo saben combatir el fuego con más fuego, activando su aparato represivo contra su propio Pueblo, polarizando así más cada rebelión.

 

Los estados se autoabastecían con las cargas impositivas establecidas para su propia ciudadanía. Desde la exposición neoliberal o capitalista, esta carga no era proporcional para quienes poseían los medios de producción que, en continua alianza con la banca y poderes financieros transnacionales, explotaban a la Clase Trabajadora al tiempo que se aprovechaban de su poder de consumo.

 

En un desesperado intento de "refundar" el Capitalismo, los poderes financieros y los gobiernos títeres, han llevado a cabo una fuerte ofensiva creando una crisis mundial sin precedentes que, al final, no ha pasado apenas del "mundo occidental" o de aquel brillante "primer mundo" donde precisamente se sostienen los tronos del Capitalismo. Posiblemente ha sido suficiente para crear ese dumping social que ha abaratado lo necesario la mano de obra; aunque simultáneamente acabó con el producto que vendieron bajo la denominación de "estado del bienestar" y, en definitiva, fue la acción equivalente a "refundar la pobreza" en el "primer mundo", pues la caída del consumo puso en su sitio a muchos trabajadores aburguesados, camuflados tras la denominación de "pequeños empresarios".

 

El problema fue que la nueva propuesta de acumulación que hacían los poderes financieros transnacionales, acabarían con gran parte de esa clase feudal, ahora conocida como burguesía y eso se traduce en menos puestos de trabajo, pues disminuye la demanda de la fuerza de producción y la calidad en el trabajo, ante una demanda de empleo que no cubre las necesidades sociales reales. Como efecto tenemos más paro que nunca; menos población aportando capital impositivo a los estados; mayor dependencia de éstos a los poderes financieros transnacionales; y, en definitiva, asentamiento del Capitalismo globalizador en los poderes políticos, al tiempo de un notable empobrecimiento de la población.

 

Ante tal agresión, la Clase trabajadora se alza y se rebela a lo largo del planeta. Haciendo muestra de su desorganización y debilidad, ante la oleada capitalista que no duda en reemplazar cada mandatario que derriba un Pueblo por otro peor. No duda en manipular cada movimiento social o popular para anularlo o asimilarlo dentro de su propuesta, con promesas capitalistas y de resurrecciones de estados consumistas, vacíos de valores, pero llenos de "necesidades cubiertas".

 

"El péndulo se irá al lado opuesto, con equivalente recorrido al que lo hace ahora" pero esto no vendrá sólo y, tanto en uno como en otro recorrido dejará regueros de sangre y lágrimas. La inconsciencia de ello no será fruto de perdón cuando se invierta la dirección: nunca lo ha sido.

 

Y lo que cada vez es más patente, más evidente, es que la necesidad de organización popular; de autogestión y autoabastecimiento de cada territorio, es la única manera de romper con las cadenas de la dependencia del capital y la explotación humana.

 

Posiblemente, la única manera de ser optimista es tener una clara visión del presente y una óptica de cambio que sea real y para mejorar, pues continuar con este sistema sólo significa empeorar como mayoría y alimentar, injustamente, a la cruel minoría que controla los medios de producción y un manojo de almas empeñadas en seguir empoderadas con un poder político que no merecen y una representación popular que es una impostura con la que hay que acabar.

 

Ya ha empezado la movilización popular:

 

Hace sólo unos años, era común escuchar la expresión "yo paso de política". No es que hoy haya caído en desusó casualmente, es que ya no queda persona que ignore que la política también es ella, que la política "nunca pasó de ella".

 

El individuo ha sentido como el Capitalismo le robaba derechos y supuestas garantías adquiridas en luchas cuasi olvidadas. Cómo criticar al poder y sus abusos lo alinea en el bando que antaño criticaba y hasta lo pone en riesgo. Y ahora, además, interroga ansioso a aquellos que deberían tener soluciones, revisando su memoria y encontrándolos críticos de siempre. ¿Y entonces qué se puede hacer? ¿No son todos los políticos iguales? refiriéndose a esa casta colaboracionista e intentando huir de nuevo de la realidad.

 

La movilización social sin embargo crece hasta solaparse unos y otros intereses, que en origen parecieron no tener nada que ver. La confluencia natural convierte a los grupos vecinales en movimiento social. Y solo la constancia en la lucha por ganar auténticas libertades nos llevará a la victoria final. No valen los ánimos de "reconquista", pues no se pueden reconquistar valores que sólo eran engaños y prebendas para amortiguar el choque de Clases, de diferentes estatus sociales que discriminan y piramidan la sociedad, alzando a una pequeña cúpula sobre el peso que la auténtica mayoría va a soportar.

 

La lucha está en la conversación diaria con la dependienta, con el cajero del supermercado, con el conductor del taxi, con la doctora, con nuestros vecinos, los familiares, compañeros y compañeras de trabajo... y la victoria está al alcance del Pueblo que demuestre constancia y coherencia, con una propuesta incluyente que solo excluya el abuso y el exclusivo interés personal. Porque es fácil mejorar lo que está tan mal, pero hay que buscar lo único que va a ser difícil de mejorar. Y eso se fundamenta en la igualdad, en una sociedad que demuestre capacidad de autogestión y responsabilidad compartida, donde el individuo se sienta engranaje equiparado de su comunidad.

 

"Pequeñas acciones: grades logros", alguien verbalizó. Pero aunque no con ellas se alcance el objetivo final, si que hemos de reconocer que es un inicio y, hoy, cualquier acción no tiene desperdicio y se puede asumir como parte del movimiento de liberación que necesita cada Pueblo y en definitiva este mundo, para avanzar hacia un cambio real que de verdad acabe convirtiendo éste en un mundo mejor para todas las personas.

 

El cambio está por llegar. Podemos darlo por iniciado desde el momento en que el Capitalismo llevó "el péndulo" al extremo, pero ahora es nuestra responsabilidad: la de todos y todas, no la de un grupo de políticos de izquierdas. Y no va a ser fácil que, de momento, "con esta baraja hay que jugar". Pero a quién lo venda por imposible o pretenda utilizar el poder del Pueblo para acomodarse y perpetuar, que no deje de tener en cuenta que del lado del ladrón de libertades, del explotador, el esclavista, está la derrota del Capitalismo y es el polo enfrentado con el interés popular. Y que cuando toca escoger bando, se hace asumiendo todas las responsabilidades.   

 Pedro González Cánovas