Contenedor

Ito, el de don Juan

 

Lo llamaban Ito desde siempre, como diminutivo de su nombre que coincidía con el del padre. Nacer en una familia acomodada de Santa María lo convertía en una persona notable de la sociedad local desde recién nacido. Así que nunca pasó desapercibido. Además, la familia de su madre era de las más religiosas y practicantes; y, por lo tanto, del núcleo del movimiento parroquial que tanta influencia ejercía en el pueblo. Alma se confesaba cada domingo, aunque apenas durara dos minutos en el confesionario, y comulgaba en cada misa dominical, por eso era una feligresa que no pasaba desapercibida. Su padre, por el contrario, solo asistía los días claves; aunque su absentismo religioso lo disimulaba con la asistencia de su esposa y copiosos donativos familiares.

Ito, desde pequeño se integró en el cuerpo de monaguillos. En realidad eran solo tres chicos. Uno era Pepito Gámez, que murió en trágico accidente con apenas trece años, al despeñarse por el acantilado que frecuentaban tanto los tres. Allí fue donde Ito dio rienda suelta a la revolución hormonal de su pubertad, por dejarse llevar del mayor, Benigno, que ya era un adolescente. Benigno se empeñó en tocarse mirando un par de fotos de carnet que tenía de chicas mayores del pueblo, y que lo hicieran los tres. Al final, no se sabe cómo, había conseguido que los otros dos lo tocasen a él y hasta que se tocasen mutuamente mientras él se masturbaba.

Don Fernando, el cura, era un hombre alto y tiposo que cada uno de los chicos veía de forma distinta. Para Ito no se asemejaba a la idea que tenía de un padre; el suyo difería en mucho de la imagen sensible y casi femenina, que podría situar al clérigo más cerca del trato materno que de cualquier cosa. Con Ito siempre se mostró cariñoso y comprensivo, fue un apoyo importante pero no imprescindible. A Benigno le pasaba lo contrario: Don Fernando fue el sustituto de su padre y su madre, incluso cuando éstos vivían; quizás por eso le molestaba Ito y que el cura fijara a ratos su atención en el chiquillo. Estaba claro que Benigno dominaba por fuerza y dedicación; pero Ito, detrás de aquel personaje introvertido que interpretaba, era mucho más reflexivo.

Tras el fallecimiento de su madre se alejó repentinamente de Benigno y la parroquia. El cura llegó a entrevistarse con su padre, en un intento vano de que el progenitor obligara al joven a continuar en las funciones de monaguillo. Pero don Juan tenía muy claro que la religión no se imponía por la fuerza en su casa. Entonces, Ito empezó a salir con chicos y chicas de su edad, comprobando que los juegos con Benigno no habían definido su orientación sexual. De hecho, cuando su padre se volvió a casar llevaba ya dos años saliendo con una chica y asistió a la boda con ella de acompañante.

Benigno, por su parte, seguía detrás de don Fernando que poco caso le hacía; pero él estaba siempre junto al cura y en medio de cualquiera que se le acercara. Profesaba un amor por el párroco que, aunque intentara disimular en público, para el cura era tan evidente que se pasó la vida frenándolo. Sin embargo, don Fernando se valió de ello para usarlo como sacristán y hasta de ayuda de cámara en sus días libres. No hay testigos de otros usos.

Por otro lado, la novia de Ito pasaba tanto tiempo en la casa del padre de éste que fue la que propuso y consiguió la gran reforma de la mansión. Era una mujer dominante que aparentaba ser la dominada y sabía cómo satisfacer al joven y, al mismo tiempo, resultarle atractiva al padre. Pero con su nueva esposa solo sabía mantener distancia, cuando no -calculando su ventaja- crear una competencia cruel. En realidad, esa competitividad era lo que ayudó a Ito a distanciarse del cura y de Benigno, porque ella no era boba; pero también era la que interfería entre sus suegros, o más bien entre el padre de Ito y su madrastra: empeñada, como estaba, en ser la mujer con mayor atracción para su don Juan. Antes logró que Ito rechazara la amistad de Benigno y se enfrentara a él, cuando le discutió que su novia “no era una puta, sino que tenía un diagnóstico médico de hipersexualidad pasajera” seguramente debido a la edad.

Ella fue la que lanzó la idea de reformar la casa y convenció a don Juan y a Ito, contra la oposición de Constanza. Pero esa es otra historia.