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Torbellino en el lago

Torbellino en el lago

De nada sirvieron mil poesías anónimas o aquella canción de amor. Debí conocer antes tu nombre que la imagen reflejada en la paz del lago, con esa increíble aura celeste. Debí perder los miedos que me inculcaron quienes me advertían, constantemente, que estaba metiendo la pata. Y entonces, tal vez tu cuello habría bajado del cielo y contemplado los ojos del amor más puro. Debí aprender tu idioma y abrirte mi corazón, para que entendieras que un pato también puede prendarse locamente de un cisne.

 


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