Desde chico era muy grande. Era ni más ni menos que otro canario de barrio, pero éste andaba siempre acompañado de Said. Aquel morito que sólo venía a dar con nosotros cuando estaba con él. Por eso era Said y Alan, o Alan y Said, o solamente Alan el grandote.
Ese no era su verdadero nombre. No se sabe muy bien quién se lo puso. Pero se dice que fue culpa de Said, por aquellas exclamaciones religiosas que fue de lo primero que aprendió a decir en nuestro idioma. De lo que podía traducirse que el más grande, su inmenso compañero, podría titularse "Alán". Aunque también parece que viene de alejandro, en el moro-canario de Said.
Alan era un personaje peculiar. No por su dimensión personal física, sino por aquel carácter especial que transmitía la sensación de que los relojes se ralentizaran, los minutos parecieran interminables y cualquiera pudiera aparentar ser el más rápido a su lado. (Ver imagen)
Su cara triangular, dice mucho de él. Con el vértice más afilado en la barbilla y los otros dos a los lados de la inmensa frente, bajo la cual aparecen aquellos ojos rasgados, chispeantes, apoyados cómodamente en los marcados pómulos, adquiría una especie de halo de ángel, moreno y gigante también.
Para rematarla, Alan lleva siempre su mejor máscara sonriente. Se huele que derrocha bondad y nobleza. Y que por grande que parezca, cuando lo vas conociendo, queda claro que su corazón no cabe en él.