Curso para
aprender a llorar
De pequeño me
inculcaron aquello de que "los hombres no lloran". O al menos lo
pretendieron, ya que, aunque no solía hacerlo en la calle, cualquier peliculita
en los cines o en casa me llevaban al borde de la deshidratación.
Con el paso
del tiempo perdí la vergüenza a hacerlo delante de mi pareja: incluso con la
luz encendida. Y llegué a ganarme hasta fama de "llorón".
Sin embargo mi
condición de hermano mayor, mis responsabilidades añadidas, aquello que esperan
las personas de mí... me sigue cohibiendo y son muchas, demasiadas, las veces
que lloro para dentro, sin mostrar a
nadie ni una sola lágrima.
Las lágrimas
son excedentes del alma, que salen del cuerpo físico a través de los ojos. Los
ojos es por donde te entra la mayoría del mundo exterior y por donde parece que
nos mostramos nosotros. Es lo primero que nos sirve para
"desconectar" y, si los cierras ahora (bueno ¡no! cuando acabes de leer esto, a ver si lo
aguantas), verás que tienes otros ojos por dentro, que son muy sanos para hacer
el viaje que quieras, pero no sirven para llorar igual que los de fuera.
Sigo
cumpliendo años. Y sigo sin aprender a llorar cuando se que hay que hacerlo. También
sigo siendo el hermano mayor, queriendo cumplir con lo que de mí se espera,
como si así trasmitiera fuerza más que con mis propios actos y, aunque sé que
lo mejor sería verter las saladas lágrimas que me tocan, cada vez que debo hacerlo, lloro, pero
sigo llorando por dentro, al menos hasta que me veo solo o con mi pareja y
entonces lloro por fin hacia afuera, esté o no la luz encendida.