Con frecuencia, nos tropezamos en los filtros de seguridad con tripulaciones de otras compañías: todos los trabajadores pasamos por esos controles para poder acceder a la zona de seguridad aeroportuaria.
En una ocasión, mientras depositaba todas mis pertenencias metálicas en la bandeja, vi como un piloto pasaba por el arco de seguridad y sonaba el pitido que acusaba de que llevaba algo metálico. Es frecuente que a las tripulaciones les suene y tengan que chequearlos; de hecho, se lleva sobre ellos y ellas un control superior, al comprobar en un listado quienes están de turno y pueden acceder a la zona restringida. Pero esta vez, nadie de la seguridad privada reparó en él y lo dejaron pasar sin chequeo u otro tipo de control. Me chocó que no llevara equipaje y que no se quitara sus gafas oscuras en aquel espacio cerrado, pero yo no soy nadie para decidir cuándo se deben llevar gafas oscuras o para decirle a los de seguridad cómo deben actuar. Por un momento, imaginé que era influyente, como el hijo de un accionista de alguna compañía aérea, un amigo del director del aeropuerto o algo así, pero no tenía sentido.
Ya en el cuarto de taquillas, casi preparado para incorporarme al turno, otro compañero que entraba me comentó: “cuando dejé la bandeja con mis cosas en el escáner, a punto de pasar el arco, se me cuela un piloto con gafas oscuras y le pita el arco. Lo peor fue que el de seguridad me mandó a parar antes de pasar y hace como si no viera al piloto. Menos mal que a mí no me sonó y no me pararon, que si no…”. Ese mismo día le comenté el caso a un segurita y, por supuesto, me dijo que eso era imposible; pero que, a veces, el arco suena por las corrientes de aire. Su respuesta me dejó perplejo.
Recuerdo perfectamente que era el 27 de marzo del año 2017, porqué un compañero me comentó que se cumplían 40 años del accidente de los rodeos. Pero me pareció raro, porque la dirección del aeropuerto no puso las banderas a media asta. Aunque, al llegar a casa -sorprendido- comprobé en internet que tenía razón.
Hoy, el arco ya no suena por las corrientes; han puesto doble puerta. Ni yo ni nadie -que se sepa- ha vuelto a ver al fantasma ese. Así que he llegado a pensar que, en el mejor de los casos, igual aquel comandante cambió de base…