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Payaso

Payaso

Se abre el telón y aparece una persona locamente enamorada que no puede ni quiere reprimir su sonrisa absurda, por donde desborda la felicidad de quién descubre la piedra filosofal y se siente el ser más afortunado.

«Todo lo que viene de ella es oro»: verbaliza el actor, que sin duda se siente bienaventurado. Sin haberlo buscado ni planeado, en su camino, ese loco encontró el Dorado: murmura el público asistente.

Él se empeña en repartir felicidad con ella. Quiere quererla bien, sin ser lastre, sin buscar equidad, sin retener sinceros perdones porque nunca fue tan humano. Y, seguramente por eso, infectados de amor se muestran ambos.

Su corazón se abre de par en par al mirarla durmiendo; se vuelve a desplegar como alas cuando sus ojos se abren; y se embriaga con cada una de sus sonrisas, por lo que se esfuerza en ser cada noche el mejor payaso y, si hace falta, su bastón.